El mate y otras yerbas
















-¿Querés un mate?
-Sí, por supuesto- responde Julio y estira su mano desesperada para poder agarrarlo.
Mientras prueba el primer sorbo del amargo, espumoso y tan característico mate uruguayo, piensa en los habitantes nativos que desde antes de la colonización ya saboreaban esta caliente y verdosa bebida, así como en la actualidad. Lo bebe lento, disfruta el calor que pasa por su garganta lo más que puede, y lo devuelve para que los amigos de la ronda que recién comienza no lo empiecen a apurar.
Julio también piensa en otras yerbas. No puede no pensar en el acalorado debate que desde hace un tiempo el pueblo charrúa viene teniendo acerca de “la marihuana sí”, o “la marihuana no”.
El Gobierno Uruguayo ya tomó una decisión al respecto, mandando un proyecto de ley (que todavía sigue en tratamiento), para que el Estado asuma el control y la regulación de la importación, producción, adquisición, almacenamiento, comercialización y distribución de marihuana y sus derivados. Los objetivos principales, dicen, es quitarle al narcotráfico un negocio de entre 30 y 40 millones de dólares anuales, separar el mercado de las drogas legales de las ilegales y permitir concentrar los recursos hacia las drogas con efectos más nocivos, como la pasta base.
A Julio también le interesa la discusión, comparte el proyecto del Gobierno y no cree que después de dicha ley la gente salga desesperada a hacerse nueva consumidora. Es más, a Julio le importa saber qué opina la ciudadanía sobre el tema, organiza reuniones de debate y reflexión en distintas ciudades del Uruguay para intercambiar con el pueblo distintas políticas para la inserción social de los consumidores de drogas, y destaca a las inserciones culturales como una de las salidas indispensables para minorizar dicho consumo.
Julio puede apellidarse Calzada, y puede ser el secretario general de la Junta Nacional de Drogas. En este caso, las acciones que su secretaría lleva a cabo, de prevención, atención, tratamiento e inserción de quienes conviven con las drogas, apuntan a articular intervenciones en todo el país con una perspectiva transversal e integrada que claramente se enmarca en una política de Estado. Pero también Julio puede ser un ciudadano común, que en vez de ver lo malo de esta droga social, en vez de juzgarla sin pensar una salida concreta al problema del narcotráfico, desea pensarla partiendo del encuentro matero de la mañana: como parte de la cultura, parte de la historia, y pensando que con discusión y reflexión con otros (así como en  la ronda de amigos) es probable que se llegue a un punto de acuerdo y posible solución.

Por: Franco Oberlin


Fuentes: